Ricardo era un joven soñador con una gran ambición: convertirse en corredor profesional. Desde niño, había corrido por las calles de su barrio, imaginando el día en que cruzaría la meta en un estadio lleno de aplausos.

Sin embargo, un accidente en su adolescencia lo dejó con una lesión en la pierna.

Los Médicos dijeron que nunca sanaría por completo.

A pesar de los diagnósticos desalentadores, Juan decidió no rendirse. Cada día era un nuevo desafío, con terapia, ejercicios y, sobre todo, una mentalidad firme de que su sueño todavía era posible. Pegó un cartel sobre su cama con la frase: “Nunca Te Rindas”, que se convirtió en su mantra diario.

Con el tiempo, su constancia y perseverancia lo llevaron más allá de lo que cualquiera, incluso él mismo, habría imaginado. No solo volvió a correr, sino que compitió en una maratón local y la terminó entre los primeros 50 participantes. Al cruzar la meta, las lágrimas corrieron por su rostro. Sabía que no era solo una victoria física, sino un triunfo de su espíritu.

Hoy, Ricardo comparte su historia para inspirar a otros. En sus conferencias, sostiene una taza que lleva su lema favorito, viste una camiseta con las palabras "Nunca Te Rindas" y ha decorado su hogar con cuadros que le recuerdan su viaje. “Estas palabras son más que un lema; son una forma de vivir”, dice con orgullo.